A tan solo unos metros del bullicio de lugares tan transitados como la Avenida de Blasco Ibáñez o la Alameda, encontramos en los Jardines de Monforte un remanso de paz y tranquilidad. Un lugar perfecto para el paseo donde disfrutar de la naturaleza en un entorno bellísimo.

El origen de los jardines nos lleva a mediados del siglo XIX. El lugar se encontraba fuera de los límites de la muralla de Valencia, al lado de la Alameda.

Después del derribo de las murallas, algunas familias adineradas que tenían huertos fuera de la ciudad empezaron a comprar casas de recreo y así esta zona poco a poco fue cambiando su fisonomía.

Por una parte, se urbanizó la calle con un arbolado principalmente de álamos y pasó a llamarse Avenida de la Alameda y por otro, se fueron construyendo una serie de palacetes burgueses.

El noble José Vich, Barón de LLaurí tenía una huerta en las afueras de la ciudad. En 1849 se la vendió a Juan Bautista Romero, Marqués de San Juan. Y este encargó una casa con jardín. El lugar fue utilizado por la familia como casa de recreo.

Los marqueses tenían un hijo que murió batido en duelo. El Marqués decidió comprar la casa y hacer un bello huerto para que su esposa, muy abatida por lo sucedido, pudiera descansar y recuperarse.
 

palacete en los jardines de monforteEl Palacete fue diseñado por Sebastián Monleón y se construyó en 1859 con piedra de Godella en estilo academicista. Es un edificio de planta rectangular formado por dos pisos y terraza. Actualmente se suele utilizar para la celebración de matrimonios civiles.

El marqués compró también los dos leones que se habían hecho para la puerta del Congreso de los Diputados de Madrid, pero que fueron rechazados porque los encontraron demasiado pequeños. Estos leones podemos verlos a la entrada de los Jardines. Datan de 1850 y están realizados en piedra blanca. Son obra de José Bellver.

Los Marqueses murieron sin descendencia y el huerto fue heredado en 1877 por una sobrina, Josefa Sancho casada con Joaquín Monforte. De ahí viene el nombre de los Jardines de Monforte.

En 1971 el Ayuntamiento de Valencia compró los jardines a los herederos de la familia.

En 1972 con motivo de la celebración de la primera edición de Interflora, se abrieron al público.

Nada más acceder al jardín nos encontramos con una plazoleta de forma semicircular adornada con bustos de filósofos sobre pedestales.

El jardín tiene una extensión de 12.000 m2 y se desarrolla en dos zonas:

Una de estilo clásico, con diseño geométrico: caminos rectilíneos, setos recortados, esculturas de mármol. Este jardín geométrico tiene cuatro partes: el Parterre Viejo, Parterre Nuevo, la Rosaleda, y la Galería o Túnel de Trepadoras.

Por otro lado, hay una zona naturalista, más “informal” inspirada en el romanticismo, con caminos curvilíneos, setos voluminosos, un gran estanque y una montaña artificial con pinos y sotobosque y con una gruta.

Los ejes de simetría norte-sur, este-oeste, se toman a partir del Palacete.

El cuidado de la simetría en el diseño del jardín nos lleva a los tiempos antiguos. El cruce de caminos perpendiculares representaba las cuatro direcciones que nos descubría el mundo y también los cuatro ríos del Paraíso.

Dentro de los jardines de Monforte hay 33 estatuas de mármol, un gran estanque en forma de flor de nenúfar y varios surtidores y estanques.

dafne y cloe en los jardines de monforteDe todas las estatuas que vemos en los jardines las más populares son las de Cloé y Dafne, realizadas en mármol de carrara, del escultor José Piqué. Simbolizan el descubrimiento de la sexualidad por dos pastores adolescentes. Según la mitología Dafne y Cloé fueron dos bebés abandonados en un bosque y cada uno creció sin conocer el vínculo que les unía. Cuando se hicieron adolescentes se encontraron, se enamoraron y se casaron. Estas esculturas rodeadas de bellos setos han sido testigos de varios “sí quiero” de las numerosas parejas que han elegido los jardines de Monforte para sus bodas. La fuente de Dafne y Cloé se ha convertido en el icono más fotografiado de los jardines.

Alrededor de ellas otras esculturas representan los cinco continentes: América con el caimán, Asia con un camello, Europa con un caballo, y África con un león. También dos estaciones: el invierno y la primavera.

Entre las muchas variedades de plantas que se pueden ver en los jardines de Monforte está el árbol Ginkgo biloba conocido también como el árbol de los 40 escudos. Es una especie originaria de Japón, muy apreciado por sus propiedades medicinales. Puede llegar a alcanzar 35 metros de altura. Es una especie muy longeva, algunos ejemplares han vivido hasta 2500 años.

Uno de los rincones más románticos dentro de los jardines de Monforte es el conocido como túnel del amor, poblado de buganvillas.

A pocos metros de la entrada a los Jardines de Monforte hay un ficus centenario que merece destacarse. Es conocido como el “ficus de la Condesa de Ripalda”, es el único testimonio que nos evoca el bellísimo Palacio de Ripalda, desafortunadamente perdido al igual que tantos otros. La condesa había encargado el diseño del jardín de su casa a Fernando Llopis (jardinero mayor). En aquella época algunos jardineros solían viajar a la Costa Azul francesa para conocer lo que se podía plantar en Valencia, ya que nuestra tierra tiene unas características climatológicas muy similares a las de la costa francesa. También Fernando Llopis, el jardinero contratado por la Condesa de Ripalda, había estado allí. Él tuvo la idea de plantar el ficus en el jardín del Palacio de Ripalda. Este ficus fue plantado en 1891.

No deja de ser curiosa la razón por la que este magnífico ejemplar pudo sobrevivir a la tala masiva que se ordenó con motivo de la destrucción del Palacio de Ripalda en 1968.
Cuando se fue a construir el nuevo edificio de La Pagoda, el jardinero mayor que era Vicente Peris convenció a los constructores de que la forma más fácil de “librarse” del ficus era podarlo todo dejando únicamente la base del tronco. De esta manera se acabaría secando y sería mucho más fácil retirarlo.  Sin embargo, no solamente no sucedió así, sino que el tronco creció todavía más robusto. Y así lo podemos contemplar hoy.

El ficus mencionado se encuentra realmente fuera de los jardines, pero dada su peculiaridad y la proximidad con los jardines, bien merece una observación.

Quizás porque no se encuentran en el centro histórico, los Jardines de Monforte están fuera de las rutas habituales de los muchos turistas que nos visitan.
En los jardines de Monforte tenemos un pequeño paraíso escondido que vale la pena descubrir si no se conoce.

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