La Playa de la Malvarosa es la más famosa de Valencia, con una extensión de 1800m2, hoy está literalmente sembrada de restaurantes que compiten por ofrecer unas deliciosas especialidades de arroces.

Es muy distinta de esa playa de principios de siglo, cuando era prácticamente una zona pantanosa alejada de Valencia y con escaso interés. Muy cerca de la playa estaban los barrios de pescadores del cabañal y Cañamelar. 

A mediados del siglo XIX llegó a Valencia un ilustre botánico de origen francés, Felix Robillard. Fue nombrado jardinero mayor del Jardín Botánico. Estableció su residencia en la zona de la playa. Compró 360.000 metros cuadrados y sembró varias especies de flores y plantas, entre ellas, la malva rosa, una variedad de geranio que da una flor de tono rosado, de ahí derivaría el nombre a la playa de la malvarosa. Utilizó los aceites y aromas extraídos de la planta para hacer perfumes y jabones.

A finales del siglo XIX se pone de moda entre la burguesía los veraneos en la playa y los baños de mar. En esta época se inaugura el primer balneario de Las Arenas, era el año 1838 con dos edificios inspirados en el Partenón de Atenas. Años más tarde, en 1934 se construyó la primera piscina de Valencia que fue también la primera piscina de Europa con agua dulce y agua salada.


Fue diseñada por el arquitecto Gutiérrez Soto. En esos años, el arquitecto Carlos Cortina, quien era no solamente un conocido arquitecto sino también un artista fallero diseñó un pabellón de madera pintada de blanco y azul, que se montaba y desmontaba cada año. Al lado del balneario se instalaron varios merenderos donde la gente podía comer.

Las tardes de verano eran amenizadas con conciertos a cargo de la banda de músicos. Se cuidaba mucho la indumentaria, las damas solían vestir blusas blancas y faldas largas hasta los tobillos y por supuesto los sombreros, blancos adornados con cintas. Los hombres llevaban sombrero de paja, corbata de lazo, camisa blanca y traje blanco con el correspondiente chaleco.

En cuanto a los edificios del balneario, sufrieron graves daños durante la guerra civil. Las instalaciones continuaron dando servicio en los años posteriores, hasta 1993 en que fue clausurado. Los servicios que proporcionaba eran vestuarios, duchas, merendero, restaurante, piscina, espacio de juegos, incluso una pequeña playa privada.

En los años 90 se hizo el paseo marítimo.

La playa de la Malvarosa nos evoca inevitablemente las pinturas de Sorolla. Fueron muchos los veranos que pasó este ilustre pintor en la casa que su amigo Blasco Ibañez tenía en la playa. Sorolla no se cansó de pintar el mar, intentando captar en sus cuadros la fugacidad de la luz que en cada momento nos aporta un brillo, una sensación diferente.

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