Si hay algo que identifique el paisaje de Valencia es sin ninguna duda el naranjo. Hoy sería difícil imaginar esa inmensa huerta valenciana sin sus naranjos. Las Naranjas de Valencia son una tradición con mucha historia.

Sin embargo, y a pesar de que se trata de un cultivo milenario, es a partir del siglo XVIII cuando comienza a extenderse en tierras valencianas, ocupando hoy la mayor parte de las zonas de regadío de la huerta.

En Valencia se dan las condiciones idóneas para cultivar naranjas de excelente calidad: un clima cálido, un suelo fértil, y un sistema de regadío heredado de la cultura árabe, que consiste en distribuir las aguas de sus ríos a través de un sistema de acequias.

Pero no han sido siempre naranjos lo que ha poblado las tierras valencianas. A lo largo de la historia se han desarrollado distintos tipos de cultivo según las circunstancias económicas de cada momento. Durante muchos años la huerta valenciana estuvo ocupada por las moreras, especialmente entre los siglos XV y XVIII, cuando Valencia fue el mayor productor de seda de Europa. A partir de finales del XVIII la industria de la seda entró en crisis y en muchas zonas las moreras fueron reemplazadas por el naranjo.

Previamente, en el año 1781 el Padre Vicente Monzó, junto con el notario Carlos Maseres y el botánico Jacinto Bordí plantaron unos naranjos en unas tierras en Carcaixent, concretamente en la partida “la Bassa del Rei”. Para ello tuvieron que acondicionar unos terrenos que eran de secano. Utilizaron norias, excavaron pozos y construyeron balsas para riego. El resultado fue extraordinario y al cabo de unos diez años ya empezaron a dar sus frutos.

En poco tiempo otros agricultores de la comarca imitaron el ejemplo y a principios del XIX el cultivo del naranjo ya se había extendido por toda la zona de la Ribera: Carcaixent, Alzira. De esta manera, a lo largo del siglo XIX la plantación de naranjos se iría consolidando prácticamente por toda la provincia de Valencia y parte de Castellón.

En los primeros años del siglo XIX comenzaron las exportaciones. En primer lugar, a Francia a donde llegaban las naranjas de Valencia por carretera o por mar desde los puertos de Denia y Gandía. Por requerimiento de los clientes franceses las naranjas se envolvían en papel de estraza y luego eran colocadas en cajas de madera. Posteriormente este envoltorio sería sustituido por el papel de seda, que se sigue utilizando actualmente en algunos almacenes de naranjas.

A finales del siglo XIX se empezaron a exportar las naranjas de Valencia a Liverpool y tuvieron una gran acogida en el mercado británico. La expansión comercial de la naranja no había hecho más que empezar y tendría un gran impacto en la economía valenciana. Fue decisiva la apertura de las líneas de ferrocarril para ir consolidando el mercado exterior. Por una parte, la línea de Valencia-Xativa en 1854, y también Carcaixent-Gandía-Denia en 1864. Paralelamente se desarrolló una buena logística que consistió en construir almacenes, la organización en sindicatos agrícolas y de cooperativas.

Por otro lado, la mujer se fue incorporando al mundo laboral. Ellas se encargaban normalmente de la selección manual de las naranjas y su envasado en cajas.
  
A principios del siglo XX Valencia tenía ya una extensión de 37.000 hectáreas de naranjos.

Aunque desde el siglo XIX el cultivo y la exportación de naranjas fue en ascenso, hubo un parón notable debido a las guerras: las dos Guerras Mundiales y la Guerra Civil. Pero a partir de los años 50 se recuperó con fuerza y se inició una gran carrera hacia el comercio exterior. La naranja era en esos años el eje de la economía valenciana. Fue prácticamente un monocultivo en la mayor parte del territorio, aunque el año 1968 fue fatídico, una plaga “la tristeza” causó un enorme daño en los naranjos valencianos y por consiguiente en la economía.

La rápida extensión del naranjo por la huerta valenciana ha ido configurando también una arquitectura rural específica. Por un lado, las “casas huerto” que se levantaban en medio del campo y donde vivían las personas que lo trabajaban, y por otro las lujosas residencias de los propietarios en las que proyectaban sus caprichos y gustos arquitectónicos. Algunas de estas viviendas han sido catalogadas dentro del Patrimonio Monumental y Arquitectónico. Concretamente en la zona de Carcaixent hay 47 viviendas de este tipo que están reconocidas.

El origen de la naranja está en el continente asiático, donde se cultivaba hace ya más de 4.000 años. La ruta de la seda contribuyó a extender el naranjo por occidente.  Los árabes a partir del siglo X desarrollaron por el sudeste español el cultivo del naranjo amargo, que tenía sobre todo un valor ornamental. Es un árbol muy aromático que impregnaba los jardines de un agradable olor a azahar cuando llegaba la primavera.

La palabra naranja se cree que procede del sánscrito “narang”, que significa fragancia, aroma. Cuando llegó a occidente pasó al persa, luego al árabe y de este al español. Los árabes introdujeron el nombre de la flor azahar, significa flor.

Hay muchas referencias a la naranja en la mitología clásica. Los antiguos creían que las naranjas eran “manzanas doradas” que les otorgaban a los dioses el don de la eterna juventud. Estos “mágicos” frutos se encontraban en el Jardín de las Hespérides, vigilado por las ninfas y por una serpiente de cien cabezas, Ladón. Uno de los doce trabajos de Hércules consistió precisamente en robar esas “manzanas doradas”, que no eran otra cosa que naranjas amargas.

En la mitología griega las naranjas se relacionaban también con la fertilidad. Era una fruta presente en las bodas. Cuando Zeus se casó con Hera, recibió de Gea como regalo un naranjo que se plantó en el Jardín de las Hespérides donde sería custodiado por la serpiente de las cien cabezas (Ladón). En la Ópera de Wagner “Das Rheingold” la naranja también está presente como símbolo de la inmortalidad.

En el siglo XVIII una enfermedad muy común era el escorbuto. La falta de vitamina C provocaba en algunas personas la aparición de unos puntos de color rojo oscuro en la piel y también hemorragias en las membranas mucosas y encías. Los marineros eran las personas más afectadas por esta enfermedad. Un cirujano escocés de la Marina Británica, James Lind, demostró que el escorbuto podía tratarse con cítricos.

Entre los naranjos podemos distinguir dos especies: el naranjo dulce y el naranjo amargo. Las naranjas amargas se conocen habitualmente como naranjas de Sevilla. Fue muy cultivada por los árabes y utilizada especialmente con fines medicinales y como aromatizante de bebidas.

En los últimos años se ha hecho muy popular la mermelada de naranja amarga. La receta original procede de un libro de cocina publicado en 1587.

naranjas de valenciaDentro de las naranjas dulces hay tres grupos:

1) Navel, es la más consumida como fruta de mesa. El origen está en Brasil en 1820 y se produjo por una mutación. Se caracteriza por tener un pequeño brote en uno de los extremos, como una epecie de “ombligo” de donde deriva su nombre. Navel (inglés) significa ombligo. Esta es una de las variedades que primero se recoge. Dentro del grupo de las naranjas navel, hay diversas variedades:

Navelina, originaria de California, descubierta en 1910. Fue introducida en España por la Universidad de California en 1933. Es una naranja resistente al frío. Color naranja intenso, tamaño grande, mucho zumo, poca acidez. Tiempo de recolección de octubre a enero.

Washington navel, se atribuye su origen a Brasil y es producto de una mutación. El fruto es ligeramente ovalado de tamaño grande, corteza rugosa y gruesa.

Navelate. Es una mutación de la Washington y es originaria de España, surgió en Vinaroz mediados del XX. Fruto de tamaño mediano, corteza fina, forma alargada o redondeada. Pulpa fina con mucho zumo. Es una de las variedades más apreciadas. Hay poca producción y tiene mayor coste en el mercado.  La recogida de esta naranja es tardía. Se puede mantener en el árbol un par de meses sin perder calidad. Se suele recoger entre enero y marzo. Una de las características más apreciadas de esta naranja es que no pierde su zumo incluso varios meses después de la recolección.

Lane late, origen australiano 1950. Es similar a la Washington, pero con el “ombligo” menos pronunciado. Tiene un proceso de maduración más lento y es de las últimas que se recoge, entre abril y mayo. Es la más dulce de todas las variedades y de mayor calidad dentro del grupo de las navel. Esta variedad comenzó a difundirse en España en la década de 1980. Tiene la corteza rugosa y a veces presenta unas acanaladuras.

2) Grupo “Blancas” En principio se utilizó este nombre para diferenciarlas de la navel. Tienen un color anaranjado pálido. Esta naranja no tiene el “ombligo” característico de la navel, tiene muy poca acidez y menos limonina, por lo que el zumo no tiene la connotación amarga que proporciona esta sustancia. Las naranjas blancas nos dan las siguientes variedades:

Salustiana, procede de una mutación espontánea de la naranja comuna en los años 40 en una de las comarcas de Valencia. Es la variedad más extendida en el grupo de las blancas. El punto óptimo de maduración está entre el mes de diciembre y enero, aunque puede aguantar en el árbol hasta mayo sin perder calidad. Tamaño medio, corteza rugosa y sin semillas. Zumo dulce, con poca acidez.

Valencia late, es la variedad que más se cultiva en Valencia, aunque su origen está fuera de estas tierras. Empezó en las Islas Azores a finales del XIX, desde donde se exportó a Florida y a California y posteriormente sería importada a España. Es de tamaño medio/grande. Corteza fina, tiene pocas semillas y gran cantidad de zumo ligeramente ácido. Es la variedad más tardía. Momento óptimo de maduración, marzo. Puede mantenerse en el árbol unos meses, pero el aumento de temperaturas puede perjudicarla. Cuanto más tarde se recolecta, más pequeña es la cosecha siguiente.

Naranja Barberina. Tamaño grande, color intenso, con mucho zumo, poco ácida. Se suele recoger en junio. Esta naranja es una mutación de la Valencia late. La descubrió Vicente Barber en 1982

3) Grupo Sanguinas. Esta naranja de origen chino se distingue de las demás por los pigmentos rojos llamados antocianos, que desarrolla en la corteza y en la pulpa. Para ello necesita unas condiciones climáticas específicas con temperaturas nocturnas muy bajas. El cultivo de este tipo de naranja ha disminuido mucho en los últimos años. Hoy ocupa apenas un 1% del campo destinado al naranjo. Es de tamaño más bien pequeño, corteza fina y mucho contenido en zumo.

La vida media de un naranjo está entre los 25 y 35 años. Tardan 3 años en dar los primeros frutos, y en plena madurez el árbol puede dar una media de 70 kg al año. Es un cultivo de regadío que necesita bastante agua. Los riegos si se hacen mediante acequias se realizan cada 4 o 5 días y si son por inundación cada 20 días. Las tierras idóneas son las arcillosas. No es apto para los suelos calizos y mucho menos salinos.

La naranja no madura una vez recolectada, al contrario de lo que sucede con otras frutas. El contenido en azúcar en las naranjas, depende del clima. Cuanto más cálido, más dulces.

La naranja es una de las frutas con más propiedades tanto nutricionales como médicas. Ya lo dice el refrán: “Ten un naranjo en tu corral, y tendrás botica para ti y para tu vecindad". 

Refuerza las defensas del organismo. Tomar una naranja al día nos proporciona la cantidad de vitamina C que necesitamos diariamente. Una naranja tiene la misma cantidad de fibra que cinco tazas de cereales. La mayor parte de la fibra (pectina) está en la corteza blanca de la naranja. La fibra favorece el tránsito intestinal y tiene un efecto saciante por lo que se suele incluir en las dietas adelgazantes.

La pectina protege la mucosa del colon contra sustancias tóxicas. Ayuda a reducir el nivel de colesterol ya que evita la absorción de grasa.

La naranja contiene una sustancia no nutricional llamada limonoide que le aporta su aroma característico. Se encuentra en mayor cantidad en la cáscara y le da un sabor amargo.

La vitamina C de la naranja es un gran antioxidante que ayuda a prevenir muchas enfermedades especialmente de tipo respiratorio. Esta vitamina estimula la formación de glóbulos blancos y refuerza el sistema inmunológico.

La vitamina C favorece la absorción de minerales, especialmente el hierro por lo que el consumo de naranjas aporta muchos beneficios en situaciones de anemia. La vitamina C ayuda al cuerpo a producir colágeno, una proteína que cura las heridas y es muy beneficioso para la piel. La vitamina C también reduce el nivel de cortisol (la hormona del estrés). Impide la formación de coágulos y trombos.

Las naranjas contienen fructosa, un azúcar que asimila muy bien el organismo y mejora la tolerancia de glucosa. Por ello es beneficiosa para los diabéticos.
Contiene hesperidina, sustancia que ayuda a detener inflamaciones.

Las naranjas son ricas en minerales como magnesio, potasio, fósforo y calcio. Debido a su escaso contenido en hidratos de carbono, tiene muy pocas calorías.
El ácido cítrico es depurativo, ayuda a la digestión de los alimentos. Elimina residuos del organismo y estimula las funciones del páncreas y del hígado.
La naranja es muy diurética y ayuda a evitar la retención de líquidos.

También contienen ácido fólico, en el caso de las mujeres embarazadas protege al feto de la enfermedad de espina bífida. El ácido fólico evita las anemias.
La naranja tiene también varias vitaminas del grupo B que aportan al organismo nutrientes beneficiosos para el sistema nervioso.

Por otro lado, en cosmética se están utilizando las propiedades de la naranja, especialmente las de la corteza para la elaboración de jabones, cremas, aceites, perfumes.

De las naranjas lo más habitual es tomar la fruta o el zumo y desechar la piel. Ésta, sin embargo, tiene una gran cantidad de nutrientes que podemos aprovechar tomándolo en forma de infusión. Basta con hervir unas cortezas de naranjas, dejarlas infusionar y agregar una cucharadita de miel o azúcar para suavizar el amargor natural de la corteza.

La piel de la naranja contiene una sustancia llamada hespeditina que reduce la grasa acumulada en la sangre, contribuye a rebajar los índices de colesterol

Algunos artistas valencianos como Blasco Ibáñez y Sorolla se hicieron eco en sus obras de la popularidad de la naranja valenciana. En la primera década del siglo XX muchos pintores siguiendo la corriente costumbrista reflejaron en sus cuadros escenas de la huerta con la fruta típica (la naranja) y los personajes ataviados con los trajes regionales. En el cuadro de Sorolla “Grupa Valenciana” pintado para la Hispanic Society, los personajes llevan racimos de naranjas. Asimismo, cuando pinta el cartel para el periódico el Pueblo, se ven naranjos como fondo.

La arquitectura de las primeras décadas del siglo XX también hace un guiño a este fruto que se va convirtiendo en todo un símbolo de identidad valenciano.

Lo vemos en la decoración de la magnífica Estación del Norte, en los Almacenes (Tinglados del Puerto), en el Mercado Central. Incluso en el propio himno valenciano: “Brinden fruites daurades el paradisos de les riberes», que podría interpretarse así: «Brindan rico tesoro los naranjales de las riberas».

Podemos decir que la naranja se “ha apoderado” del espíritu valenciano.

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